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¿Es la tecnología la nueva religión? Marcas como Apple producen un frenesí religioso y una enajenación que incluso pueden medirse neurológicamente

El culto de Apple es real, al menos desde la perspectiva de la neurociencia. Entre la manzana del paraíso y la manzana de tu gadget preferido no hay únicamente una analogía simbólica.

Investigadores compararon resonancias magnéticas del cerebro de fanáticos de esta marca de computación y de personas que se dijeron "muy religiosas" y llegaron a la conclusión de que Apple y la religión activan la misma zona del cerebro. Esto sugiere que Apple provoca idénticas sensaciones y reacciones en las personas que la religión.

Un nuevo documental de la BBC, "Secrets of the Superbrands", compara las tiendas de Apple con catedrales y los productos montados en pedestales con altares.

Los lanzamientos de estas tiendas y el estreno de sus productos son como experiencias religiosas, breves raptos en los que las personas acampan horas esperando obtener un gadget que les otorgue una especie de poder supernatural o interfaz con un mundo superior al del resto de las personas carentes de esa tecnología.

"Las escenas que presencié en la apertura de la nueva tienda de Apple en Covent Garden, Londres, fue más como una reunión evangélica que la oportunidad de comprar un teléfono o una laptop", dice Alex Riley de la BBC. "Dentro de la tienda el staff estaba en un frenesí de excitación, en un estado de histeria, brincando, aplaudiendo y gritando. Cuando las puertas finalmente se abrieron, histéricamente recibieron con las palmas arriba a cientos de clientes delirantes que inundaron la tienda por horas".

Como dice uno de los entrevistados en el documental de la BBC, "la tecnología es la nueva religión", circunstancia contemporánea tratada magistralmente por David Noble en su libro The Religion of Technology y que ya Arthur C. Clarke predijo con su famosa frase "una tecnología suficientemente avanzada es indistringuible de la magia". Aquello que nos otorgaba el pensamiento mágico y la religión ha sido reemplazado en las recompensas del cerebro por la tecnología y sus gadgets que si bien para alguien nacido hace cien años aparecerían como obras milagrosas, en la práctica muchas veces nos enajenan de la naturaleza y del presente.

[Business Insider]