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Un estudio de la Universidad de Cambridge concluyó que, de existir, lo más probable es que los extratererstres sean hostiles, predatoriales y busquen tomar nuestros recursos naturales

Un estudio de la Universidad de Cambridge conluyó que lo más probable es que los extraterrestres, si es que existen, sean seres hostiles, predatoriales y hambrientos de recursos naturales, por lo cual el ser humano debería de tener cuidado en lo que desea (con millones de personas obsesionadas con la llegada de los extratererstres). El estudio, realizado por Simon Conway Morris y publicado en el Philosophical Transactions de la Royal Society of Astronomy, basa sus conclusiones en los patrones que sigue la evolución en el universo (claro que desde la limitada óptica de la ciencia del ser humano en un planeta en un rincón de la galaxia). A diferencia de Morris, el 86% de los estadounidenses, tal vez sobremediatizados, creen que los extarterrestres serían benevolentes con el ser humano.

El físico Stephen Hawking el año pasado escribió un popular artículo en el que hizo la analogía entre los extraterrestres y los despiadados conquistadores que llegaron a América, saqueando el territorio y ejecutando a los pobladores nativos.

Según Morris las biósferas extraterrestres deberían de producir seres como nosotros, con un desarrollo tecnológico y una necesidad en perenne aumento de recursos naturales. Sin embargo, Morris se inclina por la hipótesis de que estamos solos en el universo, ya que cree que si hubieran otras criaturas inteligentes en el universo, con más de 13.7  mil millones de años post Big Bang ya habrían tenido el tiempo para evolucionar millones de sus civilizaciones y una al menos nos habría contactado.

Sobra decir que la visión de Morris es completamente subjetiva, pese a supuestamente apoyarse en la ciencia; creer que una civilización de extraterrestres existe solamente si nos contacta a nosotros, es lo mismo que creer que una manzana que cae en el bosque no existe si no estamos ahí para verla caer. Y viene a la mente la analogía de Terence Mckenna sobre la forma en la que SETI (el instituto encargado de buscar señales de vida inteligente en el espacio) busca vida inteligente en el universo, la cual es "lo mismo que buscar un buen restaurante italiano en Andromeda", creer que los extraterrestres se tienen que amoldar a nuestra física y a nuestros instrumentos de medición o incluso a nuestra capacidad de percibir la realidad, o que no podrían ocultarse de nosotros si así lo desean -o les conviene-, es una visión constreñida a que la realidad debe de ajustarse a nuestros dogmas (y sin embargo las constantes cambian y el observador afecta lo observado).

A la idea de Morris de que los extraterrestres no existen porque no han hecho contacto, miles personas podrían objetar que en realidad solamente no han hecho contacto con él o con el mundo como colectividad, pero que constantemente hacen contacto con seres humanos (claro que estos seres humanos también podrían estar proyectando arquetipos de su psique al mundo exterior). De forma similar un lama tibetano, en la introducción a una edición del Bard Thodol, escribió que la idea de que no existe la vida después de la muerte, ya que supuestamente nadie ha regresado de la muerte para comprobar que la vida perdura este trance, es completamente una aseveración subjetiva y hasta amnésica, puesto que todos habríamos regresado de la muerte y existen miles de personas que recuerdan haber muerto antes.

Siguiendo con este juego de analogía, acaso la búsqueda de la vida extraterrestre inteligente no es un poco como la historia contada en las Mil y Una Noches de un hombre de Bagdad que sueña con un tesoro enterrado en Egipto y cuando llega al sitio donde soñó el tesoro, después de una infructuosa búsqueda, le relata su sueño a un policía, el cual le dice que un hombre en un sueño le describió una casa en Bagdad donde había  n tesoro enterrado, describiéndole  justamente la casadonde este hombre vivía en Bagdad. Es decir el tesoro siempre estuvo ahí, dentro de él. Es posible que los extraterrestres estén aquí, ya sea como predadores invisibles que se alimentan de nuestros recursos naturales y quizás hasta de nosotros mismos, o también es posible que, en alguna forma de alteridad cósmica, nosotros seamos ellos.

Vía Space.com