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En sus memorias Bush confiesa que quería atacar a Irán y a Siria, que la tortura salvó a británicos de atentados terroristas y que el feto de su hermano muerto mostrado por su madre Barbara fue definitivo en su política anti-aborto.

George W. Bush ha publicado sus memorias en lo que se espera será un bestseller iniciado con uno de esos tours de libros en los que los autores hacen lo que sea para vender copias y que algunos han llamado "rehabilitación de imagen". En este caso una de los encabezados que acapará la atención de los medios es el de el trauma que le provocó el feto que le mostró su madre cuando Georgie era un adolescente. Su madre Barbara tuvo un parto problemático y se quedó con el feto como recuerdo; se lo mostró a su hijo, quien recuerda vívidamente esta experiencia la cual formaría su posición antiaborto.

En sus memorias Bush habla de que según él la tortura -waterboarding- salvó al Reino Unido de nuevos ataques terroristas y alaba a Tony Blair, como el único de sus aliados que siempre se mantuvo fiel a Estados Unidos, un tema que retrata la reciente película conspiracionista de Roman Polanski, "The Ghostwriter". Bush también habla sobre su prima, la Reina Isabel II, alaba su sentido del humor y cuenta una anecdota extraña sobre un brindis  a próposito de los 400 años de Jamestown, en el que la reina como si fuera una especie de alienígena inmortal había bromeado con decir "cuando estuve aquí hace 400 años".

Bush también habla sobre como dejó el alcohol para reemplazar su adicción con la religión y deja ver que en algún momento tuvo la intención de invadir a Irán y a Siria.

The Guardian ha cubierto de forma extensa las memorias de Bush.