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Ecología cósmica: Nuestro universo podría ser el reciclaje de otro universo

Por: Jimena O. - 10/18/2010

No una Gran Explosión sino un Gran Rebote podría haber sido lo que originó nuestro universo, uno más en una cadena de universos que rebrotan en su expansión y condicionamiento para la formación de organismos complejos.

Más que el orgasmo singular de la creación, o que la lógicamente insoluble conquista de la nada, nuestro universo podría funcionar a través de una ecología cósmica, en la que su ontología se entiende como un proceso de transformación y reciclaje perpetuo. Como una obra de alquimia cuántica que construye de los rescoldos de polvo cósmico imperios de esplendor galáctico. El rebrote de una semilla inmarcesible.

Esta idea, que reemplaza el Big Bang con el Gran Rebote (Big Bounce), ha recibido un apoyo importante, ya que explica de forma plausible uno de los grandes problemas en el marco teórico de la física actual: la inflación.
La inflación es el episodio de expansión exponencial que se cree ocurrió en las primeras fracciones de segundo después del Big Bang, necesario para explicar la subsecuente formación de moléculas y organismos complejos. Explica, también, por qué el universo actual tiene la geometría que tiene.

“El resultado pone la idea de la inflación en tierra firme, y al mismo tiempo hace que el escenario del rebote sea más creíble”, dice Carlo Rovelli, de la Universidad de Marsella.

Según la relatividad general, la inflación podría haber ocurrido si el tiempo espacio en su albor estaba permeado por un campo llamado inflaton. Pero también requiere una serie de condiciones iniciales –como las propiedades particulares del vacío del tiempo espacio- las cuales tienen la ínfima probabilidad de ocurrir de 6 × 10-92. “En la relatividad general no existe ninguna forma de explicar por qué esas concisiones iniciales fueron así”, dice Gary Gibbons de la Universidad de Cambridge. “Es necesaria una teoría más profunda”.

Aquí es donde entra la gravedad de loop cuántica (o gravedad cuántica de bucles), ideada por Abhay Ashtekar, de la Universidad Estatal de Pennsylvania, la cual reconcilia la relatividad general con las mecánica cuántica y sugiere que el universo surgió de los remanentes de un universo anterior el cual se comprimió a un diminuto volumen por el efecto de la fuerza de la gravedad, no de un Big Bang. En esta teoríaa los efectos cuánticos de la gravedad llegan a ser tan repulsivos, que el universo rebota formando una nueva rama. A lo largo de este colapso y rebote, la evolución es unitaria.

Junto con David Sloan, Ashekar calculó la probabilidad de la inflación de ocurrir después de este Gran Rebote y descubrió que la probabilidad de la inflación es increíblemente cercana a 1, lo cual le daría una enorme ventaja estadística sobre el Big Bang.

Simulaciones anteriores habían mostrado que el Gran Rebote crea una fuerza repulsiva que es seguida de un periodo de rápida expansion aún más rápido que la inflación, llamdo superinflación, el cual no dura lo suficiente para reemplazar la inflación. Pero el nuevo cálculo muestra que tiene un profundo efecto en el tiempo espacio, tal que no importa cuáles sean las propiedades iniciales del universo, la superinflación encauza todas las formas posibles en las que el tiempo espacio puede evolucionar hacia una forma en la que la inflación es casi una certidumbre.

“La superinflación nunca ocurre en la relatividad general, mientras que en la cosmología cuántica de loop es compulsoria”, dice Ashtekar.

Es evidente que estas teorías cosmológicas, más allá de sus soporte en una epistemología científica, son parte de una narrativa que modela al universo a partir de los limitados conocimientos que tenemos y de nuestra misma mente con la cual medimos la naturaleza. Sin embargo, dentro de estas narrativas cósmicas existen también principios arqutípicos y poéticos –que los físicos llaman la elegancia de una teoría-, los cuales resuenan más o menos con ciertas personas, algunos de ellos incluso podrían penetrar la fábrica fundamental de la espuma cuántica y robar parte del fuego líquido de Prometeo. En este caso la resonancia –que podría ser parcial, como mecanismo evolutivo cambiante, no constante- se da en el entendimiento del universo como un eterno devenir, universos y universos que dan luz a otros universos (¿qué se repiten como un loop magnético o varían en los detalles?), como la vida que nace en la muerte, con una elasticidad que recuerda a la resortera mágica de una deidad mortecina que en sus brasas desata un fuego inteligente que reincendia el espacio donde se recreará en todo su esplendor vital.

Vía New Scientist