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La conducta solar esta rompiendo principios básicos de la química, pero científicos parecen haber encontrado una forma de anticipar su comportamiento

Tras las recurrentes explosiones, los cambios en su frecuencia electromagnética, y la latente posibilidad de masivas tormentas solares, el último capricho del astro que rige nuestra galaxia es una alteración en su rango de declive de elementos radioactivos, un fenómeno que aún nadie se ha podido explicar.

Lo que más ha llamado la atención de los científicos es que la reciente “rebelión” solar atenta en contra de uno de los principios químicos más elementales: los elementos radioactivos declinan a un ritmo constante. Y por ejemplo, si esto no fuese así, las famosas pruebas de carbono 14, utilizadas para develar la edad de materiales arqueológicos, no tendría ningún sentido pues no habría una constante con que medir el tiempo transcurrido. Esta “ley” de la naturaleza química es ya asumida metódicamente y por ello es que el desconcierto es proporcional a esta revolucionaria conducta emitida por el sol.

Sin embargo, una inédita partícula podría estar detrás de este extravagante comportamiento del sol, y en caso de confirmarse el descubrimiento podría ser fundamental en la predicción de llamaradas solares, y en ese sentido, incluso podría tener implicaciones vitales para la supervivencia de la Tierra.

El hallazgo de esta histórica anomalía surgió a partir de una serie de experimentos realizados en la universidad estadounidense de Purdue. En ellos, extrañamente, el equipo de científicos notó que existían ciertas fluctuaciones en la radioactividad emitida por algunos elementos, y que esta variación estaba en sintonía con las temporadas del año. Y finalmente descubrieron que el pulso original que manipulaba este comportamiento era la cantidad de llamaradas emitidas por el sol, o mejor dicho, el preámbulo de estas llamaradas solares.

Lo anterior sugiere que en caso de que realmente el sol influya en los rangos de decaimiento de los elementos radioactivos, y que esto ocurre previo a que se registre la llamarada, estos elementos podrían utilizarse como herramientas para predecir el discurso solar.

Si tomamos en cuenta que estas llamaradas emitidas desde el centro del sol pueden afectar sistemas eléctricos -como también sucede con los rayos cósmicos emitidios por el centro de nuestra galaxia- o incluso arrasar con astronautas desprevenidos, este descubrimiento podría implicar un salto evolutivo en nuestra interacción con el espacio.

Pero más allá de esta aportación a la astronaútica esta el seductor enigma de esa partícula desconocida que proviene del sol y que afecta de manera tangible, y significativa, algunos de los fenómenos bioquímicos en nuestro planeta. ¿Se trata de la mítica partícula de Dios que emerge del plexo del macho alfa de nuestro sistema solar?

via Symmetry Breakeing