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El estrés es la enfermedad de nuestra época: un científico desarrolla virus para detenerlo; Alex Jones ve una conspiración para convertirnos en zombies del nuevo orden mundial a través de las vacunas.

Una vacuna que dice reducir el estrés y acabar con la ansiedad, desarrollada por un científico de Stanford, es el objeto de una gran polémica en internet. Aunque la vacuna está en estado de prueba, se muestra prometedora y de lograrse sería casi el santo grial de la medicina moderna, una especie de confortable alquimia, similar al soma de Un Mundo Feliz, de Aldous Huxley. Se acabaría hasa cierto punto el sufrimiento prolongado, siendo que esto es básicamente algo que se produce en la mente, aunque también probablemente algo esencialmente humano.

Esa vacuna, según Alex Jones, es una arma biológica para controlar a la humanidad y devorar el cerebro, una especie de feliz estupidizante que busca convertirnos en esclavos pasivos "sheeple". Jones señala que existe una conspiración en la industria farmacéutica y en los medios para promover las medicinas en contra de la despresión y de otros padecimientos, básicamente insensiblizarnos y volvernos carne controlable de robot. Jones elevó el término "vaccine eats brain" como lo más buscado entre las tendencias del internet hoy.

La cura del estrés está siendo desarrollada por el científico Robert Sapolsky, en este artículo del Daily Mail, Saplosky dice que el estrés y la ansiedad no son necesarios y que observando la naturaleza, por ejemplo: las zebras que huyen de los leones, se dio cuenta que los animales producen estas hormonas de estrés o glucocorticoides, pero que después del peligro se apagan, mientas que en el hombre permanecen "prendidas" y se vuelven tóxicas. Para esto ha desarrollado un virus, adaptando el herpes, que lleva genes neuroprotectivos, y que parece funcionar en pruebas con ratas. Ratas extáticas.

"Hemos probado que es posible. Podemos reducir el daño neural causado por el estrés", dice Sapolsky, que cree que el ser humano no puede escoger en muchos casos su ansiedad, una especie de determinismo: si te asaltan en la calle o te atropella un elefante esto se graba... Sin duda su investigación es interesante y habrían millones de personas dispuestas a probar algo que les promete la paz; en este mundo frenético y enajenado lleno de estímulos que nos sacan de nuestra armonía energética Y, sin embargo, hasta que punto esto nos permitiría mantener nuestra vitalidad, nuestra rebeldia, nuestra sana violencia.

Para Alex Jones la vacuna es una conspiración por controlar la psique y la neurolibertad humana, un"virus de reingeniería biológica", "una lobotomía" y acusa a los medios mainstream de empujar, como dealers, esta idea. La relaciona con una reciente propuesta japonesa de añadir litio al agua para disminuir los suicidios. Lo cual sería bastante bizarro.

Como ha estado sucediendo, Jones pidió a sus oyentes que envíaran y viralizaran su información, llegando al primer lugar de Google Trends por enésima vez en las últimas semanas. La estrategia de Jones sin duda es alarmista usando términos como "una dictadura científica", "guerra biológica", "atacando la mente", "virus nanotecnológicos que te convierten en un androide esclavo", y se autoerige como el líder de está guerra contra los controladores lo cual genera una especie de paranoia y alerta generalizada. Sin embargo, esta por verse si esto ocurre o no; sabemos que la industria farmacéutica y el gobierno en ocasiones sí emplean medidas de lento envenamiento masivo (como el aspertame, los transgénicos, o el floruro y otros químicos en el agua y en el aire) y utilizan al sector salud para controlar a la sociedad y enriquecer a las grandes compañías (queda ese extraño caso de la influenza AH1N1).

En nuestro caso pensamos que hay que estar atento a este tipo de información para poder analizar y en el futuro darnos cuenta si esto sucede -quien tenga convicción debe de luchar para difundir e impedir este tipo de medidas en contra de la población; por lo pronto es difícil decidirse del todo-. Pero también hay que mantener un sano agnosticismo, mantener la crítica despierta e intentar cotejar con diversas fuentes y sobre todo con lo que cada quien siente, que seguramente, en el mundo de la desinformación, es paradojicamente más razonable que la razón misma.