El solsticio de verano es un día con un intenso simbolismo alrededor de la dualidad. Por un lado es el día más largo del año, aquel en el que el terreno solar prevalece en su máxima expresión frente a la elegante obscuridad. Pero a la vez, es el último día que marca el ascenso lumínico sobre las formas nocturnas, ya que a partir de mañana cada día será unos segundos más breves y las noches se irán extendiendo hasta alcanzar su climax en el solsticio invernal, la noche más larga del año.
Alrededor del mundo hoy se celebraran cientos de rituales paganos en tributo a las fuerzas naturales. Centros espirituales como Stonehenge en Inglaterra serán cubiertos de rezos orgánicos, danzas desnudas, y ritos tribales, para celebrar a los espíritus del verano.
"Este es el tiempo de la rosa, de su florecimiento, su fragancia, y su sangre. Ahora en este el día más largo, la luz triunfa, y a la vez comienza su declive frente a la obscuridad. El Rey Sol abraza a la reina del verano en un amor que es como la muerte por que es tan completo que todo lo disuelve en una canción de éxtasis que mueve los mundos. Así, el rey de la Luz muere, y navega hacia los mares obscuros del tiempo en busca de la isla de la luz que es el renacer. Giramos la Rueda y compartimos su destino, pues hemos sembrado las semillas de nuestros cambios y debemos aceptar su crecimiento más allá del paso del sol."
(The Spiral Dance, HarperCollins, 1999, p. 205)