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Crónicas marcianas de un londinense en la Ciudad de México

Por: Jonathan Krants - 05/24/2010

Nuestro colaborador y amigo Jonathan Krantz nos comparte sus reflexiones en torno a un avistamento ovni que atestiguó en la Ciudad de México

Apenas llevaba en la Ciudad de México una semana y buscaba en un céntrico parque a la perra de una amiga llamada Umi. Es un labrador que esta ciega y navega por el mundo gracias a sentidos sutiles que no estoy del todo seguro que logró entender: el como evade los árboles en su camino y encuentra con precisión huecos entre los arbustos para buscar, y encontrar, áreas de pasto es simplemente increíble.

Todos los días camino con Umi alrededor de un pequeño parque con una torre que tiene un reloj y ya conozco a muchos perros. Los rostros de sus dueños me son familiares. Todos son muy amables y, sin embargo, no se el nombre de ninguna de estas personas, ni ellas el mío. Pasear un perro tipifica este extraño comportamiento en el que resulta más importante platicar sobre la naturaleza de las mascotas antes de siquiera pensar en preguntar sobre las circunstancias o la vida personal de los involucrados en esta práctica.

Era un día soleado con cielo azul, y la contaminación del aire había sido ahuyentada por el viento. Recuerdo que eran las 9:30 de la mañana y comenzaba mi camino de regreso a casa con Umi. Mire al cielo mientras esperaba que la perra llegará hacia mi, eludiendo metafísicamente los obstáculos de su camino, y precensie algo muy extraño. De hecho, fue una visión que siento que ha reprogramado mi entendimiento del mundo en el que vivo. Era una especie de figura alargada, blanca, que serpenteaba en el cielo. Sabía que estaba a una gran altura aunque no había objeto alguno que me permitiera referenciar su distancia o tamaño. Estaba completamente asombrado, un tanto shockeado, y mi reacción fue mirar alrededor para compartir lo que veía con alguien más.

Dentro de ese escenario no encontre ninguno de los rostros familiares con quienes me cruzaba pero vi a un grupo de personas con equipos profesionales de video. Volví a mirar al cielo para asegurarme que el objeto permanecía ahí y no estaba proyectando una alucinación personal. Al comprobar que ahí continuaba el misterioso objeto corrí hacia el grupo de personas con las videocámaras. Con voz exaltada les alerté sobre el objeto celeste “es un ovni o algo aún más extraño”.

Se que quizá he visto demasiadas películas, y probablemente mi emoción estaba fuera de lo ordinario, pero si alguien se me acerca y me dice que hay un ovni arriba de nosotros lo menos que podría hacer es sentirme atraído por el fenómeno. Sin embargo, su reacción fue exactamente lo contrario a lo que yo hubiera supuesto. Uno de los tipos me empujó hacia un lado pidiéndome que no estorbara ya que estaban ocupados. En ese momento tuve mi segundo shock en menos de un minuto! El tenía una cámara, y aparentemente era un camarógrafo, y trataba de ganar un poco de dinero cumpliendo ciegamente con su trabajo, cuando había una especie de serpiente voladora, probablemente un ser interdimensional, flotando encima de él! Pero ninguno pareció interesado.

Regresé a mi lugar original de avistamiento y llamé la atención de todo aquel que pasaba a mi lado. La mayoría de la gente prefería evadirme, o simplemente miraban hacia arriba un segundo y luego preferían, como si se tratará de autómatas preprogramados, bajar la mirada al suelo. Parecía como si sus concienciaqs se sintieran más agusto con la mirada en el piso que observando el cielo. Continue viendo maravillado a la serpiente y pude dimensionar, gracias a un avión que pasó en ese momento, el gigantesco tamaño de esta entidad. Calcule que fácilmente tendría unos cincuenta metros de longitud y sus movimientos eran sútilmente bruscos. Para entoncs ya habían tres personas más que asombradas presenciaban el extraño objeto volador. Todos reíamos nerviosamente frente al espectáculo.

Al poco tiempo llamamos la atención de un grupo de policías que nos observaban extrañados. Uno de ellos reportaba a, me imagino, un grupo de personas con comportamiento raro. Ante esto los demás “observadores” se dispersaron y me quedé sólo, llevaba más de una hora contemplando a la serpiente interestelar y al no saber hablar español simplemente no podía compartirlo con más personas.

Al parecer somos como los filtros de dos especies. Había encontrado a veinte personas esa mañana y únicamente cuatro de ellas se detuvieron a mirar lo que sucedía en el cielo. Los demás parecían inmersos en su propia comodidad existencial. Curiosamente aquellos que si se detuvieron fueron rápidamente intimidados por la presencia policiaca, unos tipos uniformados que aparentemente estan más interesados en reportar el extraño comportamiento de cuatro “pasea-perros” que en cuestionarse su posición dentro de este mágico universo.

Las fotos que obtuve con mi teléfono son suficientemente malas como para que no transmitan lo que ví. Pero en internet he encontrado avistamientos videograbados de entidades muy similares a la que apareció esa mañana soleada en un parque de la Ciudad de México…