Fiestas de oxitocina: tomando la hormona del amor en una pastilla
Salud
Por: Luis Alberto Hara - 07/21/2009
La nueva moda: fiestas donde se toma oxitocina, el neurotransmisor del amor sintetizado en una pastilla: se produce una disposición a conectar emocionalmente, apego, sentimientos postorgámicos constantes, ¿pero en realidad queremos reducir el amor a una droga?
Fiestas temáticas: fiestas fungi, fiestas de influenza, pijamadas fosforescentes y ahora fiestas de oxcitocina donde grupos (bastante geeks por cierto) se juntan a ver si es verdad que la oxitocina es la hormona del amor y los desinhibe logrando una conectividad emocional para encontrar el que ha sido el grial de la civilización desde el primer motor de Aristóteles a la última canción de Britney Spears. Y es que al parecer el amor puede ser sintetizado o al menos predispuesto en el cerebro.
La oxitocina es una hormona mammalia que también actúa como neurotransmisor, es producida especialemente en el parto, y después del orgasmo, como una estela vinculante. En la mujeres se genera también al libar prolongadamente sus pezones; los hombres también reciben una descarga después del sexo, pero al parecer la testosterona baja un poco los efectos.
Estudios con los singulares roedores de pradera (praire voles), una de las pocas especies que practican la monogamia a lo largo de toda su existencia (sólo el 5% de las especies, y el hombre estaría ahí aunque discutiblemente), revelan que al aplicarles una dosis artifical de oxcitocina las hembras rápidamente se ven atraídas al macho más cercano (y su apegó dura toda la vida al menos de que se les hechice con más oxcitocina artificial). En cambio si se les aplica un inhibidor de oxcitocina se aparean pero no forman ningún vínculo, aunque el macho busque la monogamia, siguen apareándose cuando se presenta una nueva oportunidad. Sin oxitocina estamos en la dimensión desapegada de la poligamia.
Una hormona molecularmente similar, la vasopresina, provoca una urgencia de aparearse y vincularse con una pareja en los roedores de pradera. Estudios realizados por científicos suecos demuestran que los hombres con menores cantidades genéticas de vasopresina tienen menor probabilidad de encontrar una pareja y casarse.
La oxitocina es considerada un regulador del axis de estrés y produce las mismas recompensas neuronales que algunas sustancias como la cocaína y la nicotina, sus receptores se encuentran en regiones cerebrales ricas en dopamina. Así que una forma de verlo es que el sentimiento vinculante del amor es igual que una droga: de la misma forma que una madre es capaz de sacrificarse extraordinariamente por sus hijos, un adicto a la heroína puede también llevar a cabo actos de proporciones heroícas para conseguir su sustancia. Las personas como drogas, haríamos lo que sea por conseguir la presencia, la privanza del ser que amamos, del ser al que somos adictos.
Sin embargo, esta parece ser una visión reduccionista del amor o al menos una especie de truculencia bioquímica. Si usamos drogas para enamorarnos, entonces eliminamos hasta cierto punto el factor azaroso, mágico, sincrónico de encontrar por nosotros mismos. (Aunque se podría objetar que lo que comemos, el ejercicio que hacemos, lo que pensamos... todo el universo que ingerimos también determina nuestra conexión romántica). Viviendo una especie de paraíso artifical mellow yellow de oxitocina donde el amor es más fácil (el extásis o MDMA también estimula la oxictocina vía los receptores de serotonina) .
Un muy buen artículo del New York Times explora el otro lado de la oxcitocina, su ausencia, y la fabriación de una droga anti-amor, que permita a las personas adictas a otra persona, enfermamente infatuadas, desenamorarse y seguir con sus vidas. Pero de esta forma también estarían perdiéndose buena parte del lado luminoso de la luna, bloqueando sus receptores de conexión emocional, desapegados, pero posiblemente gélidos en un desierto de poligamia monocromática.
Algunos estudios parecen indicar que las mujeres son atraídas por hombres cuyo sistema inmunológico huele muy distinto al suyo. ¿Qué suecede entonces con la proliferación de fragancias feromónicas que alteran el olor natural de una persona? O con el uso de pastillas anticonceptivas que alteran la preferencia olfativa de las mujeres, haciendo que se sientan atraídas por el olor de hombres que sin tomar la pildora probablemente no les atrairían. Algo similar podría suceder con la oxictocina, una mujer podría sentirse atraída por las señales empáticas de un hombre que acaba de tomarse una dosis de oxictocina, o al tomarse ella una dosis podría precipitarse y volverse adicta de un hombre que por alguna razón está a su lado en su high (como una especie de toloache lite). (Y claro que surge la posibilidad de dosificar a alguien con oxcitocina sin que sepa, diluirla en un vaso (yumbina emocional) y de repente sentir que la persona con la que estamos nos entiende tanto: una nueva y sutil adquisición de la industria de las date-rape drugs).
Claro que el uso de la oxitocina podría darse en espacios controlados de una forma terapeútica, como fue usado originalmente el MDMA antes de que se prohibiera.
Queda siempre la duda de si el amor es solamente una respuesta bioquímica producida como mecanismo instintivo de evolución y protección, una forma de la vida de perpetuarse, o si es algo espiritual (del Hado y de las hadas), como las almas gemelas de Platón transmigrando por el cosmos hasta reencontrarse. O si es las dos cosas y más. Probablemente, y le toca a cada quien decidir con que cables se conecta al mundo.
Being Human:Love: Neuroscience Reveals All
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