El objeto geométrico hermético como un avatar del alien. En la sala del museo cruzando las dimensiones del cosmos y la conciencia para intercambiar información, alteridad, y mostrarnos un espejo codificado: los ovnis somos nosotros, otros, como diría Jung. O según Mckenna: proyecciones hiperespaciales de nuestra alma. La contemplación artística, epifanía propia mezclada con el cóctel imaginativo de la ciencia ficción ¿qué ocurre cuando nos comunicamos con un dodecaedro que emite sonidos siderales y pulsos luminosos? Ese es el decubrimiento, el intento de vernos a través de lo otro.
Cápitulo 1: El Descubrimiento es la instalación Félix Luque Sánchez que se encontrara quien visite el LABoral Art and Industrial Creation Centre en Gijon, España antes del 7 de septiembre. La instalación juega con la idea de la introducción a una obra de ciencia ficción materializada en el espacio museográfico e invita a los visitantes a interactuar con este ser poliédrico que registra señales de movimiento e intenta bajo ese cue entablar una conversación a través de luz y sonido. Si el objeto se ve rodeado por una multiplicidad entra en fase de máxima energía, desprendiendo todos los artilugios de su personalidad, tal vez como una respuesta de supervivecia a través de la empatía o el embeleso.
La interacción simula la presencia de una esotérica inteligencia artifical, desde HAL al monólito divino irradiante de Odisea al Espacio 2001. Una escultura que es una máquina ciberpunk de abstacción metafísica, un extraño atractor, transformer filosofal, tecnoaltar de alteridad. El significado está en el otro: puede ser un horno de transmutación, puede ser un objeto de arte pretencioso, puede ser oro, puede ser la ontología del cosmos. Holos.
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Entrevista con el autor en We Make Money Not Art