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Carteles mexicanos seducen a jóvenes de ambos lados de la frontera con dólares, cocaína y chicas sexies para convertirlos en asesinos; en Laredo, Texas, el nuevo sueño americano es ser un Zeta
23killersspanRosalio Reta le pagó a otro prisionero por tatuarle la cara (imagen del New York Times).

Los carteles mexicanos cruzan la frontera indistintamente para reclutar asesinos, de cualquier Laredo, seduciendo a los adolescentes con lo que podría ser llamado el nuevo sueño fronterizo, ya no el American Dream, sino el sueño de carros carísimos, de macizos kilos de coca, de armas de alto calibre y bellas mujeres enfiladas a un lado del capo.

"Allá los niños dicen 'cuando crezca quiero ser un bombero', bueno aquí dicen 'cuando crezca quiero ser un Zeta", dice Rosalio Reta, un joven estadounidense de 19 años reclutado para ser asesino, quien ha sido sentenciado a 70 años por dos asesinatos cometidos en Estados Unidos (aunque dice que uno de estos no lo cometió).

El New York Times hace un perfil de Reta, quien fue reclutado desde los trece años y dice haberse retacado a unas 30 personas.

"Y cuando disparas", dice Reta, "te sientes como Superman o James Bond" (tal vez en el rush de la cocaína). La penetración de la narcocultura en las calles empobrecidas de las ciudades fronterizas es como un nuevo y terriblemente real Micky Mouse para adultos (el ratón aprendiz de brujo). Una forma de educar y soñar. Un nuevo romanticismo. Reta compara matar, con la adicción de un niño a los dulces. "Había otros para hacerlo, pero yo me ofrecía", voluntariamente, sin esperar la reta.

Es cada vez más común que los narcos mexicanos seduzcan a jóvenes estadounidenses de ascendencia mexicana en la frontera. Muchos de ellos son "scouteados" en la discoteca Eclipse en Nuevo Laredo, van ahí a beber, a oír reggaetón y a flirtear, y los narcos los seducen.

Los entrenan en México por seies meses eseñándoles a disparar rifles de asalto y en combate cara a cara. Según Reta, que está orgulloso de la precisión de su tiro, uno de sus instructores era un mercenario israelí.

Les dan 500 dólares a la semana para retenerlos esperando en una lujosa narcocasa en Texas, disponibles para cuando haya jale. Por cada asesinato les dan entre 10 mil y 50 mil dólares y al gatillero le dan hasta 2 kilos de cocaína. Trabajan bajo el mando de Miguel Treviño,"El Cuarenta", líder de los Zetas en Nuevo Laredo.

En una ocasión, Rosalio Reta recibió un Mercedes Benz de 70 mil dólares por un buen desempeño. Su familia dice que solía ir a las fiestas de los capos, donde estos, para mantener alta la moral, rifaban autos, armas y hasta citas con chicas sexies.

Un amigo de Retas, Gabriel Cardona, de 22, también fue sentenciado con él; Jesús Gonzalez III, otro compañero de Estados Unidos, fue acuchillado en una cárcel en México. Según la policía hay muchos más, jóvenes nacidos en Estados Unidos siendo reclutados por los carteles de la droga. La guerra no tiene fronteras. La madre de Cardona dice que Gabriel era muy inteligente "No sé que le pasó".

"Si no te puedo disparar en la frente desde la distancia, me arrodíllare y pondré mi frente contra tu arma y te mirare a los ojos mientras me matas", dice presumiendo Rosalio Retes.

Según la policía, la autopista que conecta a Laredo con Dallas es una de las arterias más importantes para el tráfico de drogas en Estados Unidos. Ahí, en la carretera interestatal 35, el Cartel del Golfo y el Cartel de Sinaloa combaten por el control del tráfico de drogas hacia el grueso del país.

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