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La nueva película del director danés escandaliza a Cannes; muchos la deshacen, genera insultos, oprobio, y, sin embargo, podría ser un poderoso film

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Ver película "Anticristo" El "Anticristo" shockea Cannes, pero probablemente esa era la intención de Lars Von Trier (si no para qué llamar su película así, para que mostrar una mutilación genital). Y seguramente detrás de la salvaje y contradictoria reacción del público, abucheando ferozmente el fin de la película a la vez que ahogando unas islas de aplausos efusivos, sintiendo un insulto la dedicación del film a Tarkovsky, riéndose (defensivamente) en los momentos de mayor violencia o indignándose por escenas perversas de gore... detrás de este frenesí se encuentra un flujo de imágenes poderosas, singulares, sexualmente primitivas. Sin duda el director danés, que después de exhibir su película y ser duramente criticado contestó "Soy el mejor director de cine del mundo", confirma su naturaleza provocadora, de romper los paradigmas visuales, a veces más por crear un efecto o una perturbación que por una autodemanda estética. Pero pese a la cuestionable validez moral o la truculencia de esto, nadie podría negar que dentro de una industria del cine que ha industrializado al público acostumbrándonos a un entretenimiento confortable, predecible, serial, la capacidad de crear planos de imágenes que desaten tales sensaciones, tanta violencia, placer, angustia, repulsión, novedad reactiva ante una obra es algo de lo que pocos son capaces. Aunque sea una prestidigitación. y alguien diga "sólo se le tolera porque es Lars Von Trier", ganador de Cannes. La película de Von Trier arranca con una hiperestilizada escena sexual entre los personajes innominados de Willem Dafoe y Charlotte Gainsbourg (fucking in slow-mo); el rapto inicial se transporta al trauma freudiano de su hijo, que los observa y se arroja de una ventana. Dafoe, un terapeuta, y la hija del crooner francés, en el abismo emocional, deciden refugiarse en la profunidad de un bosque, "Eden", para sanar las heridas entrando en las oquedales del inconciente de Von Trier, el espacio laberíntico de la perversión como excorscismo. Algunos hablan de evocaciones de David Lynch pero también quizá de Phillipe Grandieux (o de "Possesion" de Zulawski), llevando a los límites de la percepción al espectador, hasta donde puede aguantar alguien en un bútaca en la oscuridad viendo imágenes que lo confrontan con lo más abyecto de la realidad humana, sus pesadillas magnificadas. Según Von Trier la película ("la más importante de mi vida") fue concebida cuando atravesaba una gran depresión, como terapia subliminada en metaficción. En su película anterior "The Boss of It All", Von Trier ya intentó cambiar de género (comedia) e incorporó la tecnología de Automavision, en la cual la cámara ajusta automáticamente el encuadre según cálculos matemáticos, esto, según Von Trier, para que los actores dejaran de preocuparse de mostrar su lado más estético y demás pretensiones para concentrarse en la pura, brechtiana, actuación. Según Von Trier, esta película no fue dirigida por él, sino por una computadora. Pero para algunos críticos en su incursión en el horror-sexual-metafísico: "Anticristo" (donde un zorro habla), Von Trier ("el (auto) anticristo del cine") se está burlando del público y/o sus chistes y su pretensión simbólica fracasan. Ahora bien, es sólo la intuición, al leer las reacciones del público (esnob) calificado, la excitación al oler la diatriba (ensangrentada) de la crítica, lo que suscita las ganas insaciables de ver "Anticristo", y tal vez hacer una película en una depresión no es buena idea y el resultado es un engendro de bizarria patética: ¿ el buen cine necesita de la serotonina? Review New York Times Reseña de Anticristo en Pijama Surf: la tecnologia digital al servicio de la poesía (el mejor rodeo del mejor vaquero)